Penélope Piñera
Directora del centro
Comencé mi trayectoria profesional en el ámbito de la intervención social en el año 2003, lo que me ha brindado la oportunidad de conocer a personas muy diversas con distintas vivencias y por tanto, necesidades.
Los primeros años de mi andadura profesional los dediqué al trabajo en entidades públicas con mujeres víctimas de violencia de género, explotación sexual y abuso sexual infantil. Trabajé también en centros penitenciarios, centros de menores y con personas solicitantes de asilo político. Por este motivo, para mí la intervención terapéutica no puede desligarse del contexto político, social y cultural donde la persona se desenvuelve y por tanto, mi trabajo se encuadra siempre desde un enfoque de género, poniendo en el centro los cuidados y el apoyo colectivo.
Dicha trayectoria me ha enriquecido muchísimo, no sólo profesionalmente, sino sobre todo a nivel personal, ya que para mí, la terapia es un proceso bidireccional en el que ambas partes crecemos y aprendemos algo.
Además, creo firmemente que más allá de la excelencia profesional, el factor clave y diferenciador para que todo o nada funcione en el contexto terapéutico es que se establezca un buen vínculo terapéutico entre paciente y terapeuta, donde prime la horizontalidad y donde puedas sentirte libre para hablar de tus emociones, de tus sentimientos y/o pensamientos sintiéndote validado/a. Donde poder revisar los lugares menos conocidos y profundos de tu historia para que seas capaz de encontrar tu propio camino de vuelta.
Muchas veces ya tenemos los recursos personales necesarios, pero llevamos tanto tiempo sin utilizarlos que no los recordamos, o incluso nos han cuestionado su utilidad tantas veces, que llegamos a creer que no sabemos cómo hacerlo y nos sentimos incapaces.
La curiosa paradoja es que cuando me acepto a mí mismo/a puedo cambiar.
Silvia García
Psicóloga general sanitaria
Antes de acabar mis estudios de psicología en el año 2003, ya sentía curiosidad por comprender cómo se sentían las personas que padecían algunos de los síntomas que estaba estudiando en la carrera. Es por ello, que estuve de voluntaria en un Centro de Salud de Santiago de Compostela durante los últimos tres años de la carrera.
Desde ese momento, me enamoré de mi profesión y me di cuenta de que cada persona es única y con necesidades diferentes, y por tanto, de la importancia de realizar un tratamiento personalizado y especializado para cada una de ellas. De ahí, la necesidad, de contar con una amplia formación y estar actualizándose de manera permanente.
Me resulta muy enriquecedor acompañar a las personas durante su proceso de cambio en la terapia, donde se van haciendo conscientes de quiénes son, van creyendo más en sí mismas y en sus capacidades, y van consiguiendo logros que jamás creyeron que serían capaces de alcanzar.
Casi toda mi trayectoria profesional he trabajado, tanto con adolescentes como con población adulta, abordando casos con desregulación emocional grave, trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, duelos, trastornos de la personalidad, situaciones de dependencia emocional, violencia de género, trastorno de estrés postraumático etc.
Mi visión de la terapia es la de intervenir desde una perspectiva biopsicosocial, para poder entender a la persona como un todo, fruto de sus experiencias vitales y con su entorno.
Así mismo, me resulta imprescindible crear un espacio terapéutico de confianza y seguridad, donde las personas se sientan con la tranquilidad, comodidad y calidez suficiente para poder abordar y superar aquellas vivencias que le generan malestar, sintiéndose entendidas y acompañadas en todo momento.